En un remoto rincón de la memoria colectiva del norte de México, se teje una trama de pasión, celos y tragedia que ha sobrevivido al paso de las décadas: el corrido de Laurita Garza.
La historia de María Justina Cabrera García, más conocida como Laurita Garza, ha sido inmortalizada en el famoso corrido lanzado en 1981 por los Invasores de Nuevo León.
La tumba de Laurita Garza
Sin embargo, más allá de las estrofas que resuenan en las fiestas y karaokes, se esconde una trágica realidad que aún despierta el interés de muchos.
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María Justina, nacida el 5 de septiembre de 1931, encontró su triste destino a la temprana edad de 23 años. Maestra en una escuela ubicada en el ejido "El Carrizo", en el municipio de Los Ramones, Nuevo León, su vida transcurría entre las tareas educativas y los encuentros clandestinos con su amante, Juan Manuel García Garza, también de 23 años.
El fatídico 10 de abril de 1954, en un arranque de celos, María Justina sacó un arma y disparó a su amante, con quien iba a casarse, poniendo fin a una relación marcada por la pasión y los desencuentros. Tras cometer el acto, también decidió poner fin a su propia vida, en un desenlace que dejó consternada a toda una comunidad.
Los rumores y las versiones de aquel trágico suceso pronto se convirtieron en leyenda, alimentando la imaginación popular y llegando incluso a los oídos de los Invasores de Nuevo León, quienes decidieron plasmar la historia en uno de sus corridos más emblemáticos.
Desde entonces, la melodía de "Laurita Garza" ha resonado en todo el país, manteniendo viva la memoria de aquellos amantes cuyas vidas se entrelazaron en un destino fatal.
Hoy, más de seis décadas después de aquel suceso, la tumba de María Justina Cabrera García en el panteón San Isidro, en Los Ramones, Nuevo León, sigue siendo testigo silencioso de una historia que se niega a ser olvidada.
A pesar del paso del tiempo, las flores siguen siendo depositadas con devoción, honrando la memoria de una joven cuyo nombre quedó grabado en la memoria de Los Ramones, Nuevo León.
Esta leyenda norteña trasciende las barreras del tiempo. Mientras su tumba continúe siendo un lugar de peregrinación para los curiosos y los admiradores de este relato, la historia María Justina Cabrera García, "Laurita Garza" seguirá viva en cada acorde de un corrido que perdura a través de los años.