La casa del Canal 2, la mansión abandonada que se encuentra en los terrenos de la icónica empresa de comunicación de Nuevo Laredo, y que desde su existencia ha sido objeto de rumores sobre actividad paranormal que supuestamente se registra en la propiedad.
Fue en los años 50 cuando Rafael Tijerina Carranza, descendiente del ex presidente de México, Venustiano Carranza, y entonces dueño del Canal 2, comenzó la construcción justo al lado de los terrenos de su empresa. El área bardeada alrededor de la mansión se extiende por más de 5 mil metros cuadrados, con la construcción en sí abarcando aproximadamente una quinta parte del terreno.
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Una verdadera lástima que la famosa casona nunca fue terminada, y por décadas, ha permanecido como un vestigio abandonado por el tiempo que vemos a diario los que pasamos por la diagonal Municipio Libre, aunque se da a notar cada vez menos a causa del descontrolado crecimiento de la maleza a su alrededor.
Para algunos, llegó a ser un punto de encuentro al saltarse las clases en la secundaria, un refugio temporal para los menos afortunados, sede de fiestas en la noche de Halloween, quizá hasta un escondite para realizar prácticas secretas, e incluso escenario de terribles crímenes pasionales.
La casona no tiene techo en su parte central, pues estaba planeado que el cielo fuera de cristal, y nunca fue colocado. En la planta baja, los pasillos oscuros con paredes llenas de grafiti, dibujos obscenos y figuras relacionadas con el ocultismo, rodean una escena extrañamente bella: Un árbol creciendo justo en el centro de lo que prometía ser una elegante y lujosa mansión, que ahora no es más que ruinas de una obra gris cuyo deterioro empeora con cada año que pasa. Así es como la naturaleza reclama lo suyo.
Los ornamentos más elaborados dentro de la casa se pueden encontrar en el área alrededor de la chimenea: altas columnas blancas y los elegantes marcos de los portales acompañan a lo que es también el área con más deterioro. Lo que hubiera sido una sala, pasillo, baño y cocina, hoy alberga kilos de escombro, basura y llantas usadas que muy apenas se cubren de la intemperie gracias a los agujeros en las paredes.
Subiendo las escaleras, las imágenes son muy diferentes. Casi todo el suelo en esta área está incompleto, pues sólo permanecen las vigas de concreto sobre las que se hubiera colocado el piso. Por lo difícil que es caminar aquí arriba, se nota que los cuartos están mucho más limpios, y hay poco que diferencie a esta parte de la mansión con alguna otra obra negra de la ciudad, además de su impresionante tamaño.
De lo más llamativo es la terraza, accesible a través de hoyos en la pared que alguna vez debieron ser puertas. Desde aquí se puede ver el patio trasero, la enorme cochera y hasta las instalaciones del canal de televisión.
Claramente, visitar este lugar cuando el sol aún brilla en el cielo no inspira las extrañas sensaciones que han dado origen a las leyendas que circulan sobre este lugar.
Uno no escucha las voces de almas en pena, sino los carros que pasan por la avenida. No se ven apariciones asomándose por los rincones, sino sombras de los animales que aquí hicieron su hogar.
Pero no por eso la casona pierde su misticismo. Se habla del asesinato de una joven por parte de su novio, ritos satánicos, congregaciones de brujos y avistamientos paranormales.
El punto no es poner en duda la veracidad de estos sucesos, sino preguntar: ¿por qué aquí?