Las nevadas, junto con las nieblas, figura entre los fenómenos meteorológicos más desafiantes de predecir para los expertos en el tiempo. ¿Qué condiciones se necesitan para que caiga nieve?
Más allá de la dificultad inherente de prever la cantidad y el momento exactos de la precipitación, surge el reto adicional de calcular la caída de nieve con una precisión.
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¿Qué se necesita para que caiga nieve?
Un pequeño error en este cálculo podría desbaratar las predicciones y llevar a que nieve inesperadamente o, por el contrario, que no lo haga cuando estaba pronosticado.
El proceso de calcular una nevada implica considerar diversos factores atmosféricos como la intensidad de la precipitación, las temperaturas en diferentes capas atmosféricas, la humedad y el viento, entre otros.
La combinación esencial para que se produzcan precipitaciones en forma de nieve requiere temperaturas generalmente por debajo de los 2°C y la presencia de precipitación.
Aunque esta combinación parece evidente durante los meses invernales, especialmente en áreas montañosas a gran altitud, la situación se complica al intentar presenciar nevadas en ciudades o incluso a niveles de costa.
No solo basta que haga frío
No basta con que el frío se concentre a nivel de la superficie debido a una inversión térmica; las temperaturas deben rondar los 0°C o descender por debajo de este valor en diferentes capas atmosféricas para que los copos lleguen a la superficie sin deshacerse en el camino.
En ausencia de frío en las capas altas y medias de la atmósfera, pero con temperaturas frías en la superficie, es probable que se produzca lluvia gélida, una situación peligrosa para la vida diaria en grandes ciudades.
La ubicación geográfica provoca que la mayoría de los frentes y situaciones de lluvia se presenten con temperaturas no lo suficientemente frías en los meses invernales, limitando así la nieve a las áreas montañosas.
Sin embargo, debido a la dinámica atmosférica, hay ocasiones en las que los anticiclones y borrascas cambian su posición habitual, permitiendo que diferentes masas de aire frío, como las de origen polar o continental, lleguen a nuestro país.
Estas, combinadas con un aporte adicional de humedad, pueden generar nevadas incluso en terrenos bajos. En resumen, para que la nieve pinte de blanco los lugares donde no es común, el frío y la precipitación deben coordinarse de manera precisa en un delicado equilibrio meteorológico.