Una de las leyendas más famosas de esta dinámica frontera es la del “payaso de la Madero”, en referencia a la colonia del mismo nombre, ubicada en el extremo oriente de la ciudad.
A menos que tengas pocos meses de vivir en esta ciudad, desconocerás esta historia lo mismo terrorífica para quienes dicen haber visto al comediante de ultratumba, así como inverosímil para los escépticos, aunque posiblemente a estos últimos se les pueda poner la piel de gallina al pasar por allí, sin que lo reconozcan en público.
El sitio en cuestión donde se supone que el payaso se aparece en ocasiones se ubica sobre la calle Río Santiago, cerca del crucero con Belisario Domínguez, donde por las noches es muy poco común ver peatones o gente en bicicleta, por lo que la gran mayoría de quienes transitan por el lugar lo hacen en vehículo.
Uno de los puntos más importantes de la leyenda es que se dice que al momento de surgir de la nada, entre la semipenumbra y aluzado por un instante por los faros de la unidad de los infortunados a quienes les ha causado el susto de su vida, el automotor se “mata”, es decir, se apaga súbitamente, lo mismo que el alumbrado en el área, por lo que la calle queda en penumbra casi total, tras lo que la tenebrosa cara maquillada y ensangrentada del hombre se aparece al lado de la ventana del conductor o de uno de sus acompañantes.
Otra versión que cuentan quienes aseguran que lo han visto, es que el sujeto, quien en vida se dedicó a entretener a multitudes de todas las edades, camina por el sitio hasta desaparecer en la lejanía, tal vez como si no se diera por enterado que vaga sin rumbo en otra dimensión.
¿Quién fue el payaso?
Cuenta la leyenda que el payaso era parte del elenco de un exitoso circo que se presentó en esta calurosa urbe en los años 80 y que, tras su último show, decidió robarse las jugosas ganancias generadas tras varios días de llenos totales, lo cual habría planeado con antelación, seducido posiblemente por la idea del sueño americano.
Pero su sueño se convirtió en pesadilla al ser descubierto por sus colegas comediantes, quienes junto con trapecistas, domadores de leones y demás personal decidieron tomar justicia por su propia mano ante lo que consideraron una traición imperdonable por parte de quien a hasta ese momento consideraban como su hermano, debido a los cientos de horas trabajadas hombro con hombro y decenas de miles de kilómetros recorridos por todos los rincones del país.
Por lo anterior, sus compañeros hombres y mujeres, cegados por una gran ira, lo golpearon entre todos a puñetazos y patadas, sin medir las consecuencias, lo que no soportó el payaso, pues severas heridas internas le hicieron perder la vida en pocos minutos; se desconoce si los victimarios usaron armas en el cruel asesinato.
Lo que sí se sabe es que los implicados intentaron deshacerse del cuerpo del delito, por lo que trasladaron los restos inertes del comediante a un paraje solitario y oscuro en las orillas de la ciudad, decidiendo tirarlo como un perro en el citado lugar, tras lo que huyeron de esta frontera, pues además su contrato había finalizado.
Como era de esperarse, el cadáver fue localizado por las autoridades, tras lo que se iniciaron las investigaciones respectivas, ignorándose si los culpables fueron castigados por la Justicia.
En cuanto al “alma en pena”, como se suele decir, del payaso asesinado, desde esa fecha hasta la actualidad, cuarenta años después, se sigue apareciendo de forma esporádica en el área en que sus restos mortales fueron arrojados; hay quien piensa que su espíritu no halla la paz, arrepentido por la acción que provocó su linchamiento.
Por otra parte, hay más de uno que cree que busca venganza contra sus verdugos, o que incluso no sabe que está muerto y vaga para siempre en la oscuridad total, pero todas esas versiones no dejan de ser más que parte de su triste leyenda, sin descartarse tampoco que los avistamientos no sean más que simples bromas pesadas, pues muchas de las supuestas apariciones se han registrado en octubre, cuando gran cantidad de personas compran disfraces para Halloween.