Sus aguas recorren el cauce con aparente calma, pero por abajo de ellas corrientes submarinas lo convierten en uno de los cruces más peligrosos en la frontera norte de México con los Estados Unidos. Sin duda, los remolinos del Río Bravo son una trampa mortal que cada año cobra decenas de vidas de migrantes.
Con más de 3 mil kilómetros de longitud, el Bravo es el cuarto río más largo del norte de América. En Estados Unido le llaman el Río Grande. Su caudal recorre los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, hasta desembocar en el Golfo de México.
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Los remolinos del Río Bravo
De acuerdo con datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), desde 2016 a 2022 se tienen registrados más de mil fallecimientos, pero la cifra podría ser mayor debido a que hay casos que no son reportados.
El índice de letalidad lo convierte en uno de los cruces más peligrosos para los migrantes, después del desierto de Arizona.
Lo que hay debajo
El lecho de este río está formado por pequeñas cavernas que provocan remolinos de agua, casi imperceptibles al ojo humano, pero con gran poder de succión.
Esto ocasiona corrientes abajo del nivel de agua que terminan por arrastrar al fondo a una persona o la atoran para no dejarla salir, incluso hasta nadadores experimentados.
En 2019, personal de rescate de la Dirección de Protección Civil y Bomberos de Nuevo Laredo, rescató un par de cadáveres de migrantes que fueron atrapados por las aguas del río, justo en los tramos donde se forman estos remolinos.
Quien fungía en ese entonces como director de Protección Civil Municipal, Omar Enríquez Sánchez exhortaba acerca del peligro de cruzar por el Bravo.
No se metan al río bravo. A los migrantes mexicanos y centroamericanos no ingresen al río. La corriente es muy fuerte y su lecho muy cavernoso que forma remolinos que succionan a la persona por eso el río es muy peligroso
Sin embargo, a pesar de las advertencias, la necesidad de los migrantes de cruzar a Estados Unidos sin ser detectados es mayor al miedo a las aguas traicioneras de Bravo.
Tan solo en 2021, en el tramo que separa las ciudades de Nuevo Laredo, Tamaulipas y Laredo, Texas, rescatistas recuperaron 12 cadáveres que terminaron flotando en la corriente.
En el 2021, entre las personas que perecieron ahogados en el río Bravo, deshidratados en el desierto y accidentados en las vallas fronterizas, se contabilizaron 546 muertes.
Esta cifra aumentó de manera dramática en el 2022 al registrarse 853 personas fallecidas, la cifra más alta de la que se tiene registro.
La presa La Amistad, otro gran peligro
El agua de la presa La Amistad, construida en Acuña, Coahuila, se suma a la letalidad del río. Cuando vez que abre sus compuertas, el nivel aumenta la peligrosidad de la corriente del Río Bravo y arrastra a quienes intentan a cruzar.
De acuerdo con la Coordinación de Protección Civil de Piedras Negras, Coahuila, cada vez que se hace un trasvase de las aguas de La Amistad, el Bravo crece más de dos metros de su nivel normal y las corrientes son más rápidas y mortíferas.
Hay quienes se aventuran a usar llantas inflables y varias de ellas terminan arrastradas por la corriente, provocando que volteen y mueran ahogados.
Se espera que en 2023 esta cifra aumente y los remolinos del Río Bravo sigan cobrando más víctimas, de las muchas de ellas, jamás lograrán recuperar sus cuerpos.