En el corazón del sureste de Coahuila, muy cerca de General Cepeda, se localiza Narigua, un santuario rupestre que guarda más de ocho mil petrograbados distribuidos en más de 500 bloques rocosos.
Este impresionante conjunto, único en el estado, podría ser la clave para comprender la conexión cultural entre comunidades prehistóricas de México y el suroeste de Estados Unidos.
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Narigua, el santuario rupestre con 8 mil petrograbados
Las formas talladas en la roca, espirales, huellas de venado, figuras humanas y símbolos astrales revelan un lenguaje visual cuya interpretación aún desafía a la arqueología contemporánea.
Los estudios más recientes señalan que estas inscripciones podrían tener una antigüedad de hasta seis mil años, lo que las convierte en testimonios directos de algunos de los primeros grupos humanos que habitaron la región.
Algunos patrones parecen responder a ciclos lunares que coincidían con fenómenos naturales y con el periodo de gestación del venado cola blanca, especie fundamental en la cosmovisión de los pueblos originarios. Esta correlación ha llevado a pensar que Narigua pudo ser tanto un calendario natural como un centro ceremonial al aire libre.
El entorno natural también aporta pistas sobre su relevancia histórica. Hace milenios, esta región formaba parte de un corredor ecológico que unía el norte y el sur de Aridoamérica, lo que facilitó el intercambio de ideas, símbolos y tradiciones.
Su suelo salitroso, la abundancia de fósiles marinos y la presencia de especies adaptadas al desierto revelan un paisaje cambiante que, en algún momento, fue punto de encuentro para grupos de cazadores-recolectores.
Comparaciones arqueológicas han identificado similitudes entre los grabados de Narigua y los de culturas como los Anasazi, Mogollón, Hohokam y Sinagua, lo que fortalece la hipótesis de un contacto transregional.
¿Quiénes tallaron las piedras?
Sin embargo, la ausencia de restos arquitectónicos permanentes abre el debate sobre si estos petrograbados pertenecen a poblaciones nómadas que solo ocupaban el lugar de forma estacional o a una sociedad más estable cuya herencia material se perdió con el tiempo.
Hoy, visitar Narigua es sumergirse en un paisaje donde cada piedra cuenta una historia milenaria. El silencio del valle, las rocas tatuadas por manos antiguas y la amplitud del horizonte invitan a reflexionar sobre un pasado que aún guarda secretos milenarios.