Las remesas son una columna invisible que sostiene a algunas de las economías en América Latina y el Caribe. De acuerdo con estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región recibió en 2024 alrededor de 161.000 millones de dólares en remesas, un monto sin precedentes en la historia.
Sin embargo, un nuevo plan impulsado por la administración del presidente Donald Trump en Estados Unidos podría desacelerar ese flujo o hacerlo disminuir.
En uno de los párrafos del paquete fiscal enviado al Congreso, conocido como “One Big Beautiful Bill”, la administración Trump busca aplicar un impuesto del 5% sobre todas las remesas enviadas desde Estados Unidos hacia el extranjero.
Aunque el proyecto todavía tiene por delante varias etapas legislativas, su sola posibilidad ha generado preocupación en la región y más de uno ya está buscando estrategias de trading para hacer rendir el dinero que llega desde afuera. México, Centroamérica y varios países de Sudamérica podrían ser los más golpeados por esta iniciativa.
México
De acuerdo a los datos recabados por el BID, México lidera la lista de países receptores de remesas en América Latina, de las cuales además el 97,8% proviene de los Estados Unidos. En 2024, estas transferencias sumaron alrededor de 65.000 millones de dólares.
Aunque las remesas representan "sólo" un 3,2% del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano (bastante menos que algunos de los países vecinos), su impacto económico es profundo, dado que se calcula que más de 11 millones de hogares reciben este tipo de ayuda financiera.
El impuesto planificado en torno al 5% significaría que por cada 100 dólares enviados, solo llegarían 95 al destinatario. Como si se tratara de un spread, pero a la inversa. Si te gustaría saber que es spread, sigue el enlace.
Doble presión para los migrantes
Esto podría generar una presión en dos sentidos: una sobre los migrantes, que podrían verse obligados a enviar más dinero para compensar la pérdida, y otra sobre los hogares receptores, que verían reducido su poder adquisitivo.
A esto se suma la posibilidad de que los migrantes busquen canales informales para evitar el gravamen, lo que podría alimentar redes ilegales y disminuir la transparencia de los flujos financieros.
Si el impuesto se aprueba, México tendría que lidiar no solo con una reducción directa en los ingresos de muchas familias, sino también con efectos secundarios en la economía local, particularmente en los estados más dependientes de estos envíos como Michoacán, Guerrero y Zacatecas.
Centroamérica
Centroamérica sería, proporcionalmente, la región más vulnerable al nuevo impuesto ya que, en conjunto, los países centroamericanos reciben el 28,4% de las remesas dirigidas a América Latina y el Caribe, y en muchos casos estas transferencias representan más del 10% del PIB nacional.
Honduras, por ejemplo, recibe remesas que equivalen al 25,9% de su PIB, mientras que en El Salvador y Guatemala ese porcentaje también supera el 20% y 18% respectivamente. En estas economías, las remesas no sólo son fundamentales para el sustento de las familias, sino también para el equilibrio macroeconómico del país. Por lo tanto, el impuesto podría golpear fuerte en la Economía.
Sudamérica
Sudamérica no depende tanto de las remesas como el Caribe. La región entera representa el 19,7% de las remesas recibidas, equivalentes a apenas un 0,7% del PIB sudamericano. Dicho esto, el impacto no es igual en todos los países y hay excepciones que merecen atención.
Países como Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia tienen comunidades migrantes importantes en Estados Unidos, y una parte relevante de sus remesas proviene de ese país. No obstante, en Sudamérica existe una mayor diversificación en los orígenes de las remesas.
En naciones como Argentina, Chile y Uruguay, una proporción de los flujos de remesas viene de Europa, lo que mitiga de alguna manera el impacto del gravamen estadounidense. Aun así, para las familias que dependen de estas transferencias, cualquier reducción puede significar una pérdida tangible.
En qué consiste el plan de Trump
El plan fiscal de Donald Trump, bautizado como “One Big Beautiful Bill”, tiene por objetivo expandir los recortes impositivos implementados en la gestión anterior (2017) y profundizar el gasto en defensa, infraestructura y control fronterizo. Uno de los puntos más polémicos del nuevo paquete es la ya mencionada inclusión de un impuesto del 5% sobre todas las remesas enviadas desde EE.UU. hacia el extranjero.
Este impuesto sería aplicado sobre el monto total enviado y afectaría de forma directa a millones de migrantes que trabajan legal o ilegalmente en Estados Unidos. La idea detrás de la propuesta es financiar una parte del gasto público, en especial las políticas de seguridad en la frontera sur.
Los representantes del Congreso de origen hispano han puesto el grito en el cielo y varios expertos han cuestionado tanto la legalidad como la viabilidad técnica del impuesto. La mayoría de las transferencias se realizan a través de empresas internacionales de envío de dinero, que podrían negarse a recaudar este gravamen o traspasar el costo al usuario final.
Por ahora, la propuesta está sobre la mesa y su avance está por verse. Lo que queda claro es que, de seguir adelante en las etapas legislativas, podría tener efectos duros sobre los mencionados países de Latinoamérica.