La tormenta solar, señalada por especialistas como una de las perturbaciones más vigorosas de los últimos ciclos, ha generado un renovado interés por sus efectos indirectos sobre la atmósfera superior.
Aunque la comunidad científica considera que un evento aislado no determina por sí mismo un cambio drástico en la circulación planetaria, sí puede influir en un escenario ya predispuesto al desequilibrio. En este contexto, diversos investigadores europeos han sugerido que el reciente episodio electromagnético podría acentuar la fragilidad actual del vórtice polar.
Tormenta solar y vórtice polar
Desde una perspectiva climática, los calentamientos súbitos de la estratosfera son fenómenos que alteran de manera profunda la arquitectura del invierno boreal.
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Estas irrupciones térmicas, producidas por intensas ondas planetarias que ascienden desde niveles inferiores, provocan incrementos abruptos de temperatura y una inversión del flujo zonal. Al modificarse los vientos predominantes, la estructura del vórtice polar se vuelve más propensa a desplazamientos o fracturas, lo que repercute posteriormente en la trayectoria de las masas frías.
A dicha dinámica se suma el impacto del ciclo solar. Durante la fase de máxima actividad, como la actual, la radiación ultravioleta intensificada modifica el comportamiento del ozono y las corrientes estratosféricas, potenciando anomalías que se propagan hacia los polos.
Estudios recientes destacan que este puente entre actividad solar y circulación troposférica se manifiesta en un debilitamiento paulatino del vórtice cuando el Sol atraviesa un periodo activo, incrementando los riesgos de perturbaciones invernales severas.
Calentamiento significativo
Las simulaciones atmosféricas de distintos centros internacionales anticipan que, durante diciembre, podrían observarse señales de inversión en los vientos de la estratosfera superior.
El aporte de compuestos nitrogenados derivados de la tormenta solar habría reforzado la propagación de ondas, favoreciendo un ambiente propicio para un calentamiento significativo. De confirmarse este escenario, regiones del sur de Europa enfrentarían descensos térmicos intensos, mayor probabilidad de irrupciones gélidas y episodios de nieve a baja altitud.
