El peso mexicano inició la semana con una apreciación cercana al 0.37 %, situándose en 18.38 pesos por dólar, impulsado tanto por el renovado apetito global por activos de riesgo como por el sólido desempeño del sector exportador mexicano.
El dólar cerró la jornada en 18.38 pesos, apenas 0.06 % por debajo de los 18.40 pesos registrados el día anterior.
Uno de los motores fundamentales del crecimiento del peso fue el notable aumento de las exportaciones automotrices mexicanas hacia mercados distintos de Estados Unidos, que se expandieron 51.2 %. Este dato refleja no solo un crecimiento cuantitativo, sino una diversificación geográfica y mayor resiliencia de la manufactura nacional.
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En el comercio con Estados Unidos el avance también fue sólido, con una expansión del 12.4 %, aun ante un entorno arancelario más complejo.
Aunque las importaciones siguen ejerciendo presión sobre la balanza comercial (registrando un déficit de 2 400 millones de dólares en septiembre, la cifra más alta del año), el dinamismo exportador ha quedado como un síntoma de la fortaleza estructural de la economía mexicana, incluso en un contexto global de crecimiento débil.
En la última semana, el dólar acumuló una baja de 0.25 %, mientras que en el balance interanual mantiene una caída de 9.31 %. Esta doble caída y un comportamiento más estable en el tipo de cambio sugieren una menor incertidumbre en los mercados cambiarios mexicanos.
De acuerdo con análisis recientes, la fortaleza del peso no es coyuntural, sino que responde a factores estructurales como un dólar estadounidense más débil, rendimientos reales favorables en México, flujos hacia activos de riesgo y la propia diversificación comercial.
No obstante, los analistas advierten que la trayectoria del peso sigue siendo condicional: cambios en la política monetaria de EE. UU., en la demanda externa, en los precios de materias primas o un giro en la economía mexicana podrían revertir ganancias.
