En el mágico umbral del Día de Reyes, nos sumergimos en el baúl de los recuerdos para revivir la ilusión y los regalos que hacían palpitar los corazones de 'los niños mexicanos de antes', cuando Melchor, Gaspar y Baltasar desataban la magia en cada rincón del país.
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Hoy en día, los pequeños aguardan con ansias la llegada de los Reyes Magos con listas llenas de dispositivos electrónicos de última generación, pero hace más de tres décadas, los deseos infantiles se tejían con hilos de nostalgia y sencillez.
Los juguetes de los niños de antes
En entrevistas con los pequeños de entonces, emergen los recuerdos de juguetes que marcaban sonrisas en aquellas décadas pasadas.
Entre los más anhelados se encontraban las icónicas Barbies, las bicicletas que prometían aventuras sin fin, los carros de juguete que se deslizaban y las entrañables casitas de muñecas que abrían puertas a mundos diminutos llenos de fantasía.
En las palabras de quienes fueron niños en esa época, se despiertan los recuerdos de juguetes como las cocinitas Ensueño, los juegos de té que convertían las meriendas en eventos dignos de realeza, y las autopistas eléctricas donde los sueños de velocidad tomaban forma. Los muñecos Kid Acero y los superhéroes, fieles compañeros de juegos y aventuras, poblaban las listas de deseos.
Los robustos carritos Tonka de lámina y las bicicletas y triciclos Apache se deslizaban por las calles, mientras los carritos deslizadores Avalancha prometían emociones en cada curva.
No faltaban los juguetes artesanales, delicadamente fabricados a mano con materiales primarios como madera, trompos que desafiaban la gravedad, canicas que desataban competiciones interminables y yoyos que eran maestros de la destreza manual.
Pero incluso en aquel entonces, la tecnología asomaba tímidamente. El Fabuloso Fred y las primeras consolas de TelePong y Atari comenzaban a forjar su camino en la preferencia de los niños, amenazando, aunque de manera incipiente, la tradición de los juguetes artesanales.
En esta época donde la tecnología domina la lista de deseos, es inevitable no sentir un tinte de nostalgia al rememorar aquellos tiempos donde la magia se encontraba en cada rincón y en la sencillez de los regalos que los Reyes Magos depositaban con cariño en los hogares mexicanos.