Todo mundo ha escuchado hablar de Chernóbil y su accidente nuclear, considerado como uno de los más grandes, sin embargo en el año de 1983, antes de la tragedia de Chernóbil, en México ocurrió un desastre radioactivo considerado como el más grande de América Latina, algunos expertos, incluso dicen que peor al sucedido en la Unión Soviética.
El accidente tiene su origen en Chihuahua; específicamente en el Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez, corría el año de 1977 cuando un grupo de médicos compraron una maquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60, que se trata de un isótopo radioactivo sintético que emite rayos gamma y era utilizado para tratar a pacientes con cáncer.
El aparato nunca pudo ser usado ya que no había personal capacitado para hacerlo y debido a sus dimensiones ocupaba un espacio importante dentro del hospital, así que tomaron de la decisión de deshacerse de él seis años después de adquirirlo.
Para esto, los médicos le encomendaron a Vicente Sotelo, trabajador de mantenimiento del hospital y a Ricardo Hernández, uno de sus amigos; debido a su peso de 100 kilos, el trabajador no dudó en aceptarlo ya que pensó que podrían ganar una buena cantidad de dinero si lo vendía en un depósito de fierro viejo.
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El tamaño y el peso de aquella maquina de radioterapia tornó complicado su traslado, por lo que los hombres tuvieron la idea de desmontarlo, sin darse cuenta que en el proceso perforaron el corazón de la bomba de cobalto, la cual contenía 600 balines de 1 milímetro de diámetro de material radioactivo de acuerdo con el informe que se elaboró un año después del incidente, el cual fue denominado como “Accidente por contaminación de cobalto-60 México 1984”.
Vicente y Ricardo desmantelaron el aparato y subieron las piezas a una camioneta Datsun para llevar todo a un depósito de chatarra que tenía por nombre “Yonke Fénix”, ahí les pagaron $1, 500 pesos por todo lo que había llevado.
El problema fue que durante el trayecto del hospital al yonke, la camioneta iba goteando los restos del cobalto, y ya en el deshuesadero se mezcló con el resto del fierro viejo que se vendió a distintas fundidoras, principalmente Aceros de Chihuahua S.A. (Achisa) y la maquiladora Falcón de Juárez S.A.
A partir del 14 de diciembre, las empresas que compraron el material comenzaron a utilizarlo para la elaboración de varillas de acero corrugado, bases para mesas y sillas; de acuerdo con cálculos de la época, se estima que alrededor de 6 mil toneladas de material fueron distribuidas en la mitad del país y otra parte se exportó a Estados Unidos.
Nadie se había dado cuenta del incidente hasta que el 16 de enero de 1984 un camión que llevaba materia a Nuevo México detonó los detectores de radiación del laboratorio nuclear de Los Alamos. Estados Unidos emitió una alerta a México, pero fue hasta 10 días después que se pudo encontrar a una de las principales fuentes de contaminación, la camioneta en la que se habían trasladado las piezas del aparato al depósito.
La camioneta fue localizada en la colonia Altavista, una de las zonas más pobres de Ciudad Juárez, donde había quedado parada durante semanas porque poco después de haber llevado el aparato al depósito le habían robado la batería.
Como estaba en un área abierta, niños que jugaban en la calle y personas que pasaban por el lugar estuvieron expuestos a la radiación todo el tiempo. Según las mediciones, la camioneta arrojaba en algunas partes casi 1000 rads, lo equivalente a la radiación que emiten 20.000 radiografías.
El depósito también registró altas cantidades de radiación, pero cuando se trató de recuperar el material, ya había sido comprado por distintas fundidoras y maquilas. Se estima que aproximadamente 1.000 toneladas de varilla nunca se recuperaron, y pudieron se empleadas para la fabricación de casas.
Cuando se descubrió la dimensión del desastre, la revista mexicana Proceso publicó que Sotelo y su compañero fueron amenazados por el director del hospital, quien los obligó a firmar un documento en el que admitían que se habían robado la máquina.
En suma, se calcula que 4,000 personas fueron expuestas a radiación, entre trabajadores de las empresas, habitantes de Ciudad Juárez y Chihuahua, y desde luego Vicente y su amigo Ricardo. La CNSNS llevó a cabo interrogatorios y laboratorios clínicos a toda persona de la que se hubiera sospecha que hubiera sido irradiada; además, si hubiera síntomas se les hizo control hematológico, estudio de médula ósea, conteo de espermatozoides y estudio de cromosomas.
Este último fue un parteaguas. Esta fue la primera vez que se hicieron estudios cromosómicos en México con motivo de una contaminación radiactiva.
Aún con todo el material reunido, quedaba un enorme pendiente. Luego de intensas discusiones, se resolvió que todo el material debía instalarse en un lugar con poca ganadería, poca agricultura, y aún así con buenas vías de acceso. El lugar, condenado a servir como cementerio radiactivo, debía de tener poca lluvia, sin erosión por ningún factor ambiental y con valor comercial bajo.
En noviembre de 1984 el lugar definitivo fue seleccionado: 'La Piedrería' es un lugar a 15 kilómetros al suroeste de Samalayuca con 103 hectáreas de extensión en donde hay nueve trincheras de 40 metros de largo, 15 de ancho y cinco metros de profundidad. Siete de las nueve trincheras tienen muros, pisos y tapas de concreto, todo material radioactivo.
Ahí se sepultaron 36,000 toneladas métricas de desechos radiactivo. No solo están las miles de toneladas de varilla de los fabricantes, sino también 29,000 toneladas de tierra y plasta contaminada de Aceros de Chihuahua, Falcón de Juárez, el Yonke Fénix y también del Río Sacramento y el arrollo 'El Jourudo' en donde las primeras dos empresas tiraban sus desechos industriales.
La lista sigue, con 860 botes con Cobalto-60 y más material radiactivo que se encontró en calles y carreteras.
Por supuesto que dado que la varilla había sido distribuida a medio país, la logística para regresarla toda era más que compleja. Por eso hay dos rellenos adicionales, uno en Mexicali y otro más en Maquixco, Estado de México, el primero con 70 toneladas de varilla y el segundo con 110 de desechos radioactivo.