El plan de Texas para resolver su crisis de agua ha encendido una disputa entre las comunidades costeras y las autoridades estatales, debido al riesgo ambiental que implican las nuevas plantas desalinizadoras que buscan abastecer a la industria, informó la revista Texas Monthly.
De acuerdo con el medio, el gobierno estatal pretende desarrollar varias instalaciones de desalinización en la región conocida como Coastal Bend, con el fin de garantizar agua dulce para el crecimiento industrial.
El proyecto forma parte de la Proposición 4, que se someterá a votación el 4 de noviembre y que canalizaría mil millones de dólares anuales del impuesto estatal sobre ventas al Fondo del Agua de Texas, a partir de 2027.
El senador Charles Perry, republicano de Lubbock y promotor de la medida, declaró que “el abasto de agua en Texas debe ser una prioridad”, y reconoció que el estado “va veinte años atrasado” en asegurar el suministro necesario para la agricultura, la industria y los hogares. Sin embargo, la propuesta ha generado preocupación entre habitantes y ambientalistas por el posible vertido de residuos salinos en ecosistemas frágiles.
En julio, residentes de Baffin Bay se enteraron de que la empresa Seven Seas Water Group, propiedad de un fondo sueco, comenzó la construcción de una planta en Driscoll, al norte de la bahía.
Uno de los métodos considerados para desechar la salmuera —un residuo dos veces más salado que el agua original— era verterla en Petronila Creek, que desemboca directamente en el estuario. Investigadores del Instituto Harte de Texas A&M–Corpus Christi, citados por Texas Monthly, advirtieron que el incremento de salinidad “podría matar peces, pastos marinos y mariscos”, además de agravar los problemas ya existentes por descargas agrícolas y sistemas sépticos deteriorados.
La guía de pesca Sally Black, quien lleva casi 40 años trabajando en la zona, expresó que teme perder su fuente de vida. “Aquí los peces viven tranquilos toda su vida; si eso cambia, todo cambia”, declaró a la publicación.
El consultor Andrew Mendez, residente de Kingsville, relató que el contrato entre la empresa y la Autoridad de Agua del Sur de Texas, se firmó antes de que concluyeran los estudios de impacto ambiental.
“Cuando sucede en tu patio trasero no puedes ignorarlo”, afirmó. Su grupo ciudadano, South Texas Water Watch, ha documentado las presuntas omisiones en los procesos de consulta.
Ante la presión pública, la Autoridad de Agua del Sur de Texas votó el 19 de agosto para descartar la opción de verter la salmuera en la cuenca de Baffin, lo que los residentes consideraron un triunfo parcial. No obstante, Mendez advirtió que el riesgo persiste.
“Esto será como un juego de Whac-A-Mole; si un condado dice no, otro podría aprobarlo”, refirió. Por su parte, un portavoz de Seven Seas Water Group declaró al medio que la compañía busca “una colaboración transparente con las comunidades” y que la desalinización, “cuando se desarrolla de forma responsable y colaborativa, puede ser una herramienta poderosa para la resiliencia hídrica de Texas”.
Con información de Texas Monthly
