El Alzheimer se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la salud pública mundial. Catalogada como una enfermedad neurodegenerativa que avanza de forma silenciosa, afecta principalmente la memoria, la conducta y la capacidad cognitiva.
Su prevención, de acuerdo con instituciones médicas, no solo depende de la genética, sino también de los hábitos que cultivamos a lo largo de la vida.
Hábitos de fin de semana que provocan Alzheimer
En este sentido, organismos de salud de distintos países coinciden en que la calidad de vida mejora cuando se promueven conductas protectoras para el cuerpo y la mente.
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Adoptar rutinas saludables, como una alimentación equilibrada, ejercicio constante y un descanso reparador, contribuye a reducir la probabilidad de padecer enfermedades crónicas. Sin embargo, el contraste aparece cuando prácticas aparentemente normales terminan generando daños acumulativos.
La investigación científica ha puesto la mirada en ciertos comportamientos repetidos cada fin de semana por una gran parte de la población adulta.
Uno de los más comunes es la ingesta de bebidas alcohólicas, considerada por especialistas como un factor detonante en el deterioro cerebral. El Departamento de Salud de Estados Unidos sostiene que la repetición de acciones placenteras puede transformarse en patrones automáticos difíciles de revertir, incluso cuando resultan nocivos.
Pérdida de neuronas
Estudios de la Universidad Wake Forest revelan que el alcohol no solo afecta el hígado o el sistema circulatorio, sino que acelera la pérdida de neuronas y potencia la formación de placas amiloides, directamente vinculadas con el Alzheimer.
Este daño progresivo, según expertos argentinos, disminuye la plasticidad cerebral, limita la capacidad de adaptación y abre la puerta a trastornos como ansiedad, depresión y atrofia del tejido nervioso.
La costumbre de convivir con bebidas etílicas los fines de semana parece inofensiva, las evidencias médicas indican lo contrario.