GASTRONOMÍA

Esto podría ocurrirle a tu cuerpo si comes ancas de rana; este manjar quizá te pase factura

Este platillo exótico, tradicional en diversas culturas desde la cocina francesa hasta comunidades rurales en México

Escrito en GLOBAL el

Durante años, las ancas de rana han sido consideradas un platillo exótico, reservado para los paladares más aventureros. Aunque muchos aseguran que “saben a pollo”, la realidad es que comer ancas de rana puede traerte más de una sorpresa… tanto buena como no tan buena.

Este alimento es popular en países como Francia, China, Vietnam y México. En algunos pueblos mexicanos, su consumo es parte de una tradición culinaria ancestral, mientras que en otros lugares ha ganado fama por su rareza. Pero ¿qué sucede realmente cuando decides probarlas?

Desde el punto de vista nutricional, las ancas de rana son una excelente fuente de proteína magra, bajas en grasa, ricas en hierro y en omega 3.

También contienen vitaminas como la A y la B12, esenciales para mantener el sistema nervioso y muscular en buen estado. Por eso, para muchos chefs y nutriólogos, este alimento es una joya poco apreciada.

Pero hay un lado menos conocido

Si no se cocinan correctamente o si provienen de fuentes no reguladas, pueden ser portadoras de parásitos o bacterias, lo que representa un riesgo para la salud. El caso más común es la ingesta de ranas silvestres sin los controles sanitarios adecuados, lo que puede derivar en infecciones intestinales.

En lo cultural, las ranas han tenido un simbolismo peculiar, en la Edad Media se les atribuían propiedades afrodisíacas y en la medicina tradicional asiática aún se usan por sus supuestos beneficios energéticos.

En contraste, hoy día algunos ambientalistas advierten que la demanda del platillo ha llevado a la sobreexplotación de especies nativas, afectando los ecosistemas de ríos y humedales.

Para contrarrestar esto, existen granjas de ranicultura que aseguran una producción controlada y libre de impacto ambiental negativo. Comer ancas de rana de estas fuentes puede ser seguro, sustentable… y hasta delicioso.

Entonces, ¿vale la pena probarlas?

Sí, pero con precaución. Asegúrate de que provengan de lugares certificados, cocidas correctamente y, si puedes, acompáñalas con limón, salsa picante y una mente abierta. Porque no todo lo que parece extraño, deja de ser un bocado digno de probar.