Lo que para muchos parece una película de terror, para otros es una forma de amor eterno. En Irlanda, una mujer llamada Amanda Teague, viuda y madre de cinco hijos, sorprendió al mundo en 2018 al anunciar que se había casado con un fantasma el espíritu de un pirata haitiano del siglo XVIII llamado Jack.
La ceremonia se llevó a cabo en aguas internacionales, ya que ningún Estado reconoce este tipo de uniones, y fue oficiada por un médium.
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Amanda explicó que el espíritu se le manifestó por primera vez durante una sesión espiritual y, con el tiempo, afirmó haber desarrollado una relación amorosa tan fuerte que decidió casarse con él.
Según ella, la comunicación con Jack era constante, aseguraba escuchar su voz en las noches y sentir su presencia física.
¿Qué lleva a alguien a casarse con un fantasma?
Este fenómeno se conoce como espectrofilia, una condición poco común donde una persona siente atracción sexual o emocional hacia entidades espirituales. Psicólogos señalan que, en algunos casos, estas uniones surgen como una forma de llenar vacíos emocionales tras una pérdida, un trauma o una fuerte necesidad de compañía.
Otros expertos lo vinculan con experiencias de soledad o con trastornos disociativos que llevan a la persona a crear vínculos con seres inexistentes, aunque para quien lo vive el sentimiento es completamente real. En palabras de Amanda, así lo relata.
Mi relación con Jack es más satisfactoria que cualquiera que tuve con un hombre vivo.
Una práctica que no es tan aislada
Aunque pueda parecer un caso único, las llamadas “bodas fantasma” tienen antecedentes culturales. En regiones de China y Tailandia, aún existen rituales donde una persona se casa simbólicamente con un espíritu, ya sea para honrar a un difunto o para “acompañar” a un alma en el más allá.
El caso de Amanda Teague reabre el debate sobre los límites entre creencia, salud mental y rituales culturales. Mientras para algunos es un acto excéntrico, para ella y quienes participan en estas prácticas representa una experiencia profundamente significativa.
Al día de hoy, Amanda asegura que todavía conversa con Jack por las noches. Y aunque la ciencia no pueda comprobarlo, lo cierto es que estas historias reflejan hasta qué punto el ser humano puede reinventar la idea del amor… incluso más allá de la muerte.