En 1891, cerca de Brno, en la región de Dolní Vestonice (hoy República Checa), una familia entregó a investigadores una pequeña figura humana tallada en marfil de mamut, que se encontraba enterrada junto a restos humanos.
La pieza fue estudiada en detalle y se determinó que podría tener una antigüedad de entre 26,000 y 28,000 años, de acuerdo con estudios de uranio y otros isótopos realizados décadas más tarde.
Te podría interesar
Con apenas 8 centímetros de altura, la escultura representa una figura masculina con rostro detallado y marcas faciales, lo que sugiere una intención de individualizarla.
Algunos arqueólogos interpretan que podría tratarse de un títere, muñeca o incluso un chamán, debido a su colocación ritual en una tumba.
¿Juguete o símbolo sagrado?
Aunque hoy una muñeca nos remite a la infancia, en el Paleolítico las figuras humanas tenían también usos rituales, mágicos o religiosos. La famosa "Venus de Willendorf", por ejemplo, también fue hallada en esa región, pero su estilo es abstracto y simbólico.
En cambio, esta figura de marfil tiene rasgos notablemente realistas, algo poco común para su época.
Expertos como Dr. Erik Trinkaus, antropólogo especializado en restos del Paleolítico, afirman que esta pieza “representa uno de los primeros indicios del arte figurativo individualizado”.
Otros investigadores sugieren que podría haber sido una muñeca ceremonial o incluso un tótem personal.
¿Tiene Récord Guinness?
Aunque Guinness World Records ha documentado objetos antiguos relacionados con el arte y juguetes, no existe una entrada oficial pública con esta figura en su sitio web actual.
Sin embargo, publicaciones como National Geographic (edición de octubre de 1988) la han considerado el títere o muñeca más antiguo conocido, y ha sido ampliamente difundida en medios arqueológicos especializados como World Archaeology y DonsMaps.
La figura de Dolní Vestonice sigue rodeada de misterio. Su antigüedad es ampliamente aceptada por métodos científicos, pero su uso preciso muñeca, ídolo o arte aún es debatido.
Lo que es innegable es que este pequeño objeto, tallado con detalle hace más de 26 milenios, es una poderosa evidencia de que el ser humano siempre ha buscado representar el mundo… incluso en forma de muñecas.