El "penny", la moneda de un centavo de dólar que acompañó a generaciones de estadounidenses desde 1793, tuvo su última acuñación esta semana en la Casa de la Moneda de Filadelfia.
El Departamento del Tesoro confirmó que el fin de su producción se debe al alto gasto que representaba fabricar cada pieza, cuyo costo superaba con creces su propio valor nominal.
El adiós del 'penny'
Así muere, oficialmente, un símbolo del ahorro, la suerte y la historia económica de Estados Unidos.
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Durante más de dos siglos, el centavo fue una pieza cotidiana en los bolsillos y un emblema cultural. Se inmortalizó en frases como “a penny saved is a penny earned”, en canciones, en la literatura y hasta en la moda, con los tradicionales penny loafers.
Sin embargo, el tiempo y la inflación fueron reduciendo su utilidad práctica. Hoy, ni siquiera las llamadas “golosinas de centavo” podían adquirirse con una sola moneda.
El golpe definitivo fue económico: producir un "penny" costaba más de tres centavos. En un contexto de modernización financiera y pagos digitales, su existencia se volvió insostenible.
Retiro definitivo
Así, tras múltiples debates y peticiones de supresión, el gobierno federal aprobó su retiro definitivo a inicios de este año, cerrando un ciclo que comenzó con Alexander Hamilton y la Ley de la Moneda de 1792.
Su evolución visual fue también testigo del paso del tiempo: de la Dama de la Libertad a Abraham Lincoln, del cobre puro al zinc con baño cobrizo.
Ahora, con unos 250 mil millones de piezas aún en circulación, el "penny" sobrevivirá un tiempo más en frascos, cajones y bandejas de tiendas, antes de desaparecer lentamente del uso diario.
El final del 'penny' no solo representa la desaparición de una moneda, sino el cierre de un capítulo simbólico de la economía estadounidense, donde cada centavo, por insignificante que parezca, contaba una historia de esfuerzo, ahorro y cambio.