El uso de toallitas húmedas como sustituto del papel higiénico se ha vuelto una práctica común, especialmente por su sensación de limpieza y frescura.
Sin embargo, diversos especialistas advierten que esta costumbre puede generar consecuencias negativas tanto para la salud de la piel como para el entorno. Lo que parece una opción cómoda e inofensiva, en realidad es una fuente potencial de irritaciones, infecciones y contaminación.
Toallitas húmedas como sustituto del papel higiénico
Estos productos contienen conservadores, fragancias y alcoholes que, en contacto con la piel sensible, pueden desencadenar molestias como enrojecimiento, picor o ardor.
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En personas con afecciones dermatológicas, como dermatitis, psoriasis o fisuras anales, los efectos pueden ser más severos, provocando brotes o dolor persistente. Incluso las versiones catalogadas como “para piel sensible” o “sin perfume” mantienen un riesgo, debido a los agentes químicos necesarios para su conservación.
Además del impacto en la salud, las toallitas húmedas representan una amenaza para los sistemas de drenaje. A diferencia del papel higiénico tradicional, no se disuelven fácilmente en el agua, lo que genera obstrucciones en tuberías y plantas de tratamiento.
Estos atascos no solo elevan los costos de mantenimiento urbano, sino que también liberan residuos que terminan contaminando ríos y mares, afectando la vida acuática.
Alternativas
La solución pasa por adoptar hábitos más responsables. El uso de agua tibia y jabón neutro o de papel biodegradable resulta más seguro para la piel y el ambiente.
En caso de emplear toallitas, lo ideal es elegir aquellas con certificación biodegradable y desecharlas siempre en la basura, nunca en el inodoro.
Las toallitas húmedas no deben sustituir al papel higiénico: su aparente practicidad puede transformarse en un problema sanitario y ecológico que pone en riesgo tanto la salud personal como la del planeta.