Una muerte accidental ocurrida en la capital irlandesa ha puesto en evidencia los riesgos de cargar y usar teléfonos móviles mientras estamos en el baño.
Ann-Marie O’Gorman, de 46 años y madre de tres hijos, falleció electrocutada en su bañera, un incidente que ha generado una ola de preocupación y llamado a la regulación del marketing de estos dispositivos.
Te podría interesar
¿Cómo ocurrieron los hechos?
El fatal episodio tuvo lugar cuando la víctima fue encontrada inconsciente en su baño por su esposo, Joe O’Gorman. En la escena, se hallaron un iPhone y un cable de carga conectado a un extensionista, circunstancias que la investigación judicial confirmó como la causa de la electrocución. Ann-Marie presentaba quemaduras por electrocución en el pecho y el brazo izquierdo, así como quemaduras de tercer grado en los dedos de la mano derecha.
El esposo de la víctima declaró que, al intentar rescatarla, recibió una pequeña descarga eléctrica. “Recibí una pequeña descarga eléctrica al sacar a mi esposa de la bañera”, señaló.
La investigación reveló que el teléfono, que cayó al agua, hizo contacto con un accesorio de la ducha, provocando la electrocución. Experto en ingeniería forense, Paul Collins, advirtió que una corriente tan solo de dos amperios puede ser mortal, y subrayó que no había fallos en el dispositivo, resaltando que el peligro radica en la combinación de agua y electricidad.
Llamada de atención
Joe O’Gorman expresó su preocupación por la imagen de seguridad que promueven los fabricantes, ya que muchos teléfonos son etiquetados como “resistentes al agua” lo que, según su denuncia, crea una falsa sensación de seguridad.
“Estos teléfonos dicen que son resistentes hasta seis pies de profundidad, pero eso no significa que sea seguro usarlos en el agua, especialmente cuando se cargan”, afirmó.
El ingeniero forense también afirmó que la clave del peligro está en la exposición del dispositivo a líquidos mientras está conectado a la corriente eléctrica. La Dra. Cróna Gallagher, experta en seguridad eléctrica en la Unión Europea, confirmó que, por precaución, en estos lugares no es común instalar enchufes en los baños.
El tribunal dictaminó que la muerte de Ann-Marie O’Gorman fue accidental y ligada al uso inapropiado de su teléfono en el baño. Sin embargo, el caso ha generado una alerta internacional, recordando casos similares en Londres y Estados Unidos, y ha impulsado a organizaciones y especialistas a pedir mayor regulación y advertencias visibles en los empaques de los dispositivos eléctricos.
Este incidente subraya la necesidad de que los usuarios tomen precauciones y que los fabricantes sean más claros en sus advertencias, para evitar futuras tragedias relacionadas con la tecnología y el agua.