Los frutos secos, aclamados por su valor nutricional y beneficios para la salud, también pueden ser portadores de un riesgo poco conocido: la presencia de metales pesados en niveles preocupantes.
Aunque son una excelente fuente de proteínas, grasas saludables y antioxidantes, su consumo debe ser moderado y consciente, especialmente cuando se desconocen los orígenes de estos alimentos.
Los frutos secos y la salud
Un estudio de la Universidad de Bialystok, publicado en la revista Nutrients, analizó la presencia de metales pesados como arsénico, cadmio, plomo y mercurio en diez variedades populares de frutos secos.
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Los resultados revelaron que, aunque todos contienen trazas de estos elementos tóxicos, las concentraciones varían significativamente según el tipo de fruto y su origen.
Almendras, nueces de Brasil y anacardos se posicionaron como las opciones con menor contenido de metales pesados, mientras que pistachos, nueces de macadamia y piñones mostraron mayores niveles.
El origen de esta contaminación es de varios orígenes. Factores ambientales, condiciones del suelo y el embalaje utilizado para comercializar los frutos secos influyen en la presencia de estos metales.
Por ejemplo, los pistachos importados y las nueces pecanas procedentes de Estados Unidos destacaron por sus altos niveles de arsénico y plomo, respectivamente. En el caso del cadmio, los piñones fueron los más afectados, especialmente aquellos provenientes de China.
Frecuencia de consumo, una de las claves
El estudio enfatiza la importancia de regular y monitorear los niveles de estos elementos tóxicos, ya que una exposición prolongada, incluso en pequeñas cantidades, puede afectar la salud. Además, los investigadores enfatizan que no solo importa la cantidad de metales presentes, sino también la frecuencia y el volumen de consumo.
De esta manera, aunque los frutos secos siguen siendo una opción saludable, es esencial estar informados sobre su procedencia y composición.