Según un estudio, se reveló que las vacunas contra el COVID-19 de la farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson y de la china Sinopharm, así como la rusa Sputnik V reportaron una baja eficacia contra la variante Ómicron.
Esta nueva cepa provocó gran preocupación por su capacidad para eludir la protección que ofrecen las vacunas de uso generalizado, por lo que generó que los fabricantes de fármacos adapten sus vacunas para atacar, mientras prueban la eficacia de sus inyecciones existentes.
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Respecto a las inmunizaciones por parte de Moderna, AstraZeneca y Pfizer y su socio BioNTech mantuvieron la actividad contra Ómicron, pero la respuesta de los anticuerpos se redujo considerablemente en comparación con la cepa original del virus detectada por primera vez en China, según la investigación.
De acuerdo con un estudio, realizado por Humabs Biomed SA, una unidad de Vir Biotechnology y la Universidad de Washington, entre otros, también descubrió que la disminución era menos pronunciada en los individuos vacunados que estaban previamente infectados.
Además se detectó en las investigaciones, que mientras que la eficacia del fármaco sotrovimab contra el COVID-19 de GlaxoSmithKline y Vir Biotech se redujo tres veces frente a Ómicron en comparación con la cepa original, los tratamientos con anticuerpos monoclonales de Regeneron y Eli Lilly perdieron completamente su actividad neutralizadora contra la variante.
Los resultados coincidieron con recientes pruebas de laboratorio que muestran que los dos tratamientos pierden la mayor parte de su eficacia cuando se exponen a la variante Ómicron.
Esta semana, tras un estudio en el mundo real publicado, se dijo que la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech, supuestamente resultó ser menos eficaz en Sudáfrica a la hora de evitar la hospitalización de las personas infectadas por el virus desde que apareció la variante Ómicron el mes pasado.