TURISMO

Panteón de Tamaulipas está en el fondo de una presa; así sale a la superficie | VIDEO

Este camposanto fue fundado en 1749 y trasladado tras la construcción del dique en 1970, el lugar fue testigo del fusilamiento del emperador Agustín de Iturbide en 1824

Escrito en ESTADO el

Un sitio de descanso eterno que estuvo oculto bajo el agua por más de 50 años, empieza a reaparecer gracias a la sequía que está pegando duro en Tamaulipas.

El antiguo panteón del pueblo de Padilla, vecino contiguo de la presa Vicente Guerrero, la cual es la sexta más grande de México, surge como un escenario silencioso y misterioso.

Sumergido desde 1971, cuando el estanque cubrió la antigua villa para dar paso a la nueva cabecera municipal, dicho cementerio contiene lápidas, cruces y vestigios de un sitio que una vez fue protagonista en la historia regional.

Actualmente, esas tumbas resisten el paso del tiempo, contando historias que salen a la superficie con cada descenso del nivel del embalse.

¿Qué secretos y qué historia guarda el panteón del viejo Padilla?

El panteón del antiguo Padilla forma parte de los vestigios más emblemáticos emergidos en la zona aguas abajo del embalse.

Incluye lápidas antiguas, criptas y cruces alineadas donde descansan generaciones de familias desplazadas.

Este camposanto fue fundado en 1749 y trasladado tras la construcción del dique en 1970, el lugar fue testigo del fusilamiento del emperador Agustín de Iturbide en 1824.

Posteriormente, alrededor de 1971, fue inundado junto con el poblado original, por lo cual, los habitantes tuvieron que trasladarse a lo que en la actualidad se conoce como Nueva Villa de Padilla.

¿Por qué resurge el cementerio y cuál es el significado para la memoria histórica?

El resurgimiento del panteón se debe a la gran sequía que presenta la presa Vicente Guerrero la cual se encuentra a menos del 30% de su capacidad.

Esta falta de agua, ha dejado al descubierto secciones del viejo Padilla, entre las que destaca la extensión donde yacía el cementerio.

Para muchos descendientes del pueblo sumergido, dichas ruinas flotantes son una especie de museo natural: un lugar donde el pasado emerge físicamente, dando muestra de la historia del lugar.

Para autoridades como el INAH, también representa la oportunidad de registrar y resguardar el valor patrimonial de lo que queda visible.