CHISMES DE LA SEMANA

Era una figura reconocida del cine mexicano, ahora es vendedora de tianguis; ¿qué le pasó?

Aunque su historia puede parecer una de muchas que quedaron en el olvido del cine nacional, la suya también es una lección de valentía, dignidad y reinvención personal

Su retiro de los medios, más obligada que por decisión propia, no detuvo sus ganas de salir adelante en la vida
Su retiro de los medios, más obligada que por decisión propia, no detuvo sus ganas de salir adelante en la vidaCréditos: Especial
Escrito en ESCENA el

Aunque alguna vez fue una de las figuras más reconocidas del cine mexicano, esta actriz decidió abandonar su prometedora carrera tras enfrentar un caso sumamente problemático que le habría costado más que su carrera.

Hoy, su historia resurge con fuerza, no sólo por su paso en películas memorables como “María Isabel”, “El libro de piedra” o “Las aventuras de Juliancito”, sino por la valentía con la que decidió dejar todo para proteger su integridad.

De Rosa Isela al retiro forzado

Fue a finales de los años 60 cuando Lucy Buj, conocida como “La Güerita de las trencitas”, cautivó a México con su papel como Rosa Isela, la niña malcriada de María Isabel, película protagonizada por Silvia Pinal.

A partir de ese momento, su carrera despegó, participando en al menos ocho filmes entre 1968 y 1970, en los que compartió pantalla con figuras del cine de oro mexicano. Sin embargo, su ascenso se detuvo abruptamente.

En una entrevista reciente al canal de YouTube Historias, Mitos y Tragedias del Cine Mexicano, Lucy reveló que un director le hizo una proposición inapropiada, que rozó en un acoso sexual a cambio de un contrato. Su respuesta fue tajante:

“Yo todavía juego con Barbies, no soy precoz”, le contestó al director, antes de decidir retirarse definitivamente.
“Cuando salí, dije: ‘Nunca más, hasta aquí llegó mi carrera’”.

Vida lejos de las cámaras: trabaja en los tianguis

Lejos de los sets de filmación, Lucy Buj se dedicó a los estudios. Terminó la secundaria y la preparatoria, y luego se formó como intérprete y traductora, dominando el inglés y el francés, incluso llegó a prepararse para trabajar en una embajada.

Pero también supo ganarse la vida de otras formas más humildes: vendiendo en tianguis, donde, para su sorpresa, muchos la reconocían.

“Estuve vendiendo mercancía en los tianguis y me decían: ‘Ay señora, yo la conozco’”, cuenta Lucy con humor y nostalgia.
“Según la gente, no he cambiado mucho”, agregó.

¿Un posible regreso?

Hoy, con más madurez y serenidad, Lucy no descarta volver a la actuación, pues su retiro fue más por una obligación ante el acoso del director que una decisión propia, "es algo que todavía me apasiona”, confiesa.

Aunque su historia puede parecer una de muchas que quedaron en el olvido del cine nacional, la suya también es una lección de valentía, dignidad y reinvención personal.