CINE EXPERIMENTAL

Esta 'extraña' película acaba de ser elegida la mejor de todos los tiempos; muy pocos la conocen

Su estilo visual único y su enfoque en el detalle hacen de este filme una experiencia cinematográfica que redefine la manera en que entendemos el cine

Esta película te cautivará.
Esta película te cautivará.Créditos: Especial
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Hablar sobre las grandes películas de la historia del cine es abrir un portal a interminables debates y discusiones. Desde los títulos inmortales de Hollywood, como 'Casablanca' y 'El Mago de Oz', hasta las últimas propuestas de cine independiente, como 'La Sustancia' o 'Batman: El Caballero de la Noche', el séptimo arte ha dejado una marca indeleble en nuestra cultura.

Sin embargo, lo que realmente eleva al cine a una categoría más allá de lo popular, es aquella capacidad de algunas obras para desafiar nuestras expectativas, redefiniendo lo que pensamos que una película puede ser.

Cada década, la prestigiosa encuesta de Sight & Sound, organizada por el British Film Institute, reúne a críticos, cineastas y expertos de todo el mundo para elegir la mejor película de la historia. Durante años, los gigantes del cine como 'Vértigo' de Alfred Hitchcock o 'Ciudadano Kane' de Orson Welles han dominado los primeros puestos de la lista.

Sin embargo, en la más reciente edición de esta encuesta, un título inesperado desbancó a estos colosos y se coronó como la mejor película jamás realizada.

¿De qué hablamos?

De 'Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles', una obra maestra que llegó para romper con todas las reglas.

Dirigida por la cineasta belga Chantal Akerman en 1975, Jeanne Dielman no es solo una película, es un desafío a lo que entendemos por cine. Aclamada como un hito del cine feminista y de autor, esta cinta es, sin duda, una de las más desconocidas para el gran público, a pesar de su asombroso logro.

A diferencia de los éxitos comerciales llenos de acción y giros narrativos vertiginosos, Jeanne Dielman es un ejercicio cinematográfico contemplativo, que se aleja por completo de las convenciones del cine tradicional. La película sigue a Jeanne Dielman, una ama de casa viuda que vive con su hijo en un apartamento en Bruselas.

En una duración de tres horas y veintidós minutos, la cámara se detiene en la rutina diaria de Jeanne: cocinar, limpiar, cuidar de su hijo y recibir a clientes como trabajadora sexual para poder subsistir.

Aunque la trama pueda parecer sencilla o incluso monótona, es precisamente en esa aparente banalidad donde reside el poder de la película. Lo que Jeanne Dielman logra, con una meticulosa precisión, es transformar lo cotidiano en una experiencia hipnótica.

Las largas tomas y los planos fijos nos sumergen en la repetición de gestos aparentemente simples, creando una atmósfera que se va tornando cada vez más inquietante.

La rutina de Jeanne, que al principio parece inofensiva, se va cargando de una tensión sutil que, al final, es una reflexión profunda sobre el paso del tiempo y la vida doméstica.

Pero, más allá de su narrativa, es el enfoque visual lo que distingue a Jeanne Dielman. Chantal Akerman hace un uso inusual del tiempo y el espacio, llevando al espectador a experimentar la vida de Jeanne desde una perspectiva única. Cada acción, cada gesto de la protagonista, es observado con un detenimiento casi clínico, lo que transforma la rutina en algo filosófico.

Lo que parece una historia sobre la monotonía de la vida diaria se convierte en una meditación sobre la repetición, el desgaste emocional y la invisibilidad de las mujeres en la sociedad.

¿Vale la pena ver Jeanne Dielman?

Esta no es una película para quienes buscan entretenimiento fácil es una experiencia cinematográfica desafiante, que invita a la reflexión profunda y a la revalorización del cine como arte. Es una obra que obliga al espectador a mirar más allá de lo superficial, a experimentar el tiempo, la paciencia y la repetición como nunca antes.

Este filme no es solo una joya del cine experimental; es un grito de autoría y feminismo, una declaración de lo que el cine puede alcanzar cuando se atreve a ser diferente.

Al final, Jeanne Dielman no es solo la mejor película de todos los tiempos porque desbancó a los clásicos.

Lo es porque cambia nuestra manera de ver el cine, enseñándonos que el arte cinematográfico no siempre tiene que ser rápido o ruidoso para ser inolvidable.