Entre 1968 y 1985, en los alrededores de la ciudad de Florencia, Italia, al menos 16 personas, en su mayoría jóvenes parejas, fueron asesinadas en circunstancias tan repetitivas como escalofriantes. El asesino, o asesinos, fueron apodados Pietro Pacciani o simplemente “Il Mostro di Firenze” (El Monstruo de Florencia).
La serie recién estrenada por Netflix, en una miniserie de cuatro episodios lanzada el 22 de octubre de 2025, arranca su relato con el homicidio de Barbara Locci y Antonio Lo Bianco el 21 de agosto de 1968 en Signa: ambos fueron atacados mientras estaban en un coche, el hijo de Locci dormía en el asiento trasero.
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Los asesinatos posteriores siguieron un patrón casi obsesivo: una pistola Beretta calibre .22, munición Winchester serie H, las víctimas eran parejas en lugares apartados, y en mitad de los casos, la mujer era apuñalada y mutilada en partes íntimas.
La investigación italiana se convirtió en un laberinto judicial. Pacciani fue condenado en 1994 pero absuelto en 1996; falleció en 1998 antes de un nuevo juicio. Más tarde, sus supuestos cómplices Mario Vanni y Giancarlo Lotti fueron condenados, pero muchos expertos siguen dudando de que fueran los únicos responsables.
Además, en años recientes han reaparecido nuevas líneas de investigación: en 2022, se solicitó reabrir el caso debido a ADN sin identificar hallado en los casquillos. Incluso se manejaron teorías de sectas satánicas, médicos poderosos y rituales esotéricos vinculados al caso.
En este sentido. la serie de Netflix no pretende cerrar el caso: su co-creador señaló que “al final, el monstruo podría ser cualquiera”, la serie recuerda que no todo misterio se resuelve, que el horror puede esconderse tras los paisajes más bellos y que la búsqueda de la verdad es muchas veces más extraña que la ficción.
