MONTERREY, Nuevo León.- Teniendo como mudo testigo el Cerro de la Silla, Alejandro Ortiz “El Cañón Jarocho” regresó el sábado a su “casa”: el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en Monterrey.
El recinto abrió sus puertas para recibir al Inmortal Clase 2012, quien llegó junto con una comitiva de amistades y autoridades de Nuevo Laredo, alrededor de las 2:00 de la tarde del sábado. Le acompañaron Juan Ángel Martínez Salazar, secretario del Ayuntamiento, José Luis Calzado y Cecilio Martínez, excronistas de Tecolotes, y los expeloteros Jesús “Pitty” Abrego, Johnny Solís y Jesús Abrego.
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En su interior ya lo esperaba el historiador Horacio Ibarra, quien tras un efusivo recibimiento ofreció a Ortiz e invitados un recorrido por impresionantes instalaciones, un proyecto arquitectónico que se diseñó a base de bóvedas y ladrillos.
“Muy orgulloso de haber venido otra vez aquí, a la casa de los inmortales”, comenta Ortiz Previo a iniciar la andanza por los pasillos del Recinto de los Inmortales, Ortiz le hizo entrega al historiador Ibarra de camisas, bates, fotos y un casco que el veracruzano uso en su época de jugador, mismas que serán exhibidas en una vitrina especial a la que será invitado Ortiz en fecha más adelante.
“La camisa y la gorra de Tecos, que serán exhibidas próximamente en una vitrina especial, significan mucho para mí. Sé que estarán en un buen lugar”, agrega.
El recorrido por el museo incluyó el lobby, mini diamante de beisbol, auditorio, sala de exposiciones, biblioteca, entre otros espacios.
El momento más emocionante fue al llegar al Nicho de los Inmortales, donde habitan cada uno de los entronizados, entre ellos “El Cañón Jarocho”, Alejandro Ortiz. Ahí tuvo la oportunidad de “saludar” a otras dos leyendas: Andrés Mora y Carlos Soto, con quienes formó aquella gran dinastía conocida como “Los Tres Mosqueteros”.
Ortiz también tuvo la oportunidad de saludar al ingeniero Martín Reyes Madrigal, exdueño de los Tecolotes.
“Alejandro Ortiz vuelve a su casa que es el Salón de la Fama, realmente me siento orgulloso de ser su amigo; para nosotros es un gran ejemplo. Él siempre jugó su beisbol, muy dedicado, amable y disciplinado.
"Realmente lo admiro y estoy contento que nos haya traído al Recinto de los Inmortales”, señala Gerardo Solís, colaborador del periódico El Mañana, exanotador de Tecolotes y autor de Zona de Strike.