El nombre de Jorge Kahwagi ha sido sinónimo de controversia dentro y fuera del cuadrilátero. Conocido también por su paso por la política y el mundo empresarial, este singular personaje dejó una huella imborrable en el ámbito del boxeo mexicano.
Su historial deportivo, aunque breve, se convirtió en una anomalía estadística que aún hoy genera debates entre fanáticos, críticos y especialistas.
Jorge Kahwagi, el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos
Kahwagi nunca fue un boxeador común. En apenas una docena de combates como profesional, no sólo derrotó a todos sus oponentes, sino que lo hizo sin darles oportunidad de sobrevivir más allá del segundo round.
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Con 12 victorias por la vía rápida, logró lo que ni siquiera los más grandes íconos del boxeo nacional, como Julio César Chávez, Juan Manuel Márquez o Salvador Sánchez, pudieron conseguir: un porcentaje de nocauts del cien por ciento.
Enfrentó a rivales en escenarios tan diversos como Las Vegas, Madrid, Moscú, Ciudad de México y Manila. Fue campeón crucero en organismos como el CMB, la OMB y el WBC en sus versiones latinoamericanas, coronas que le dieron cierto prestigio más allá de su peculiar estilo y las constantes dudas que generaban sus enfrentamientos.
Críticas por posibles combates pactados y por su notoria transformación física, que incluyó visibles retoques estéticos, marcaron el ocaso de su trayectoria, que culminó en 2015 con un último combate en Filipinas. Aquel evento, más comentado por su imagen que por lo deportivo, selló su retiro definitivo del ring.
A pesar del escepticismo que aún lo rodea, la gesta de Jorge Kahwagi como el único mexicano con una carrera invicta de nocauts sigue siendo una marca sin paralelo. En la historia del boxeo nacional, nadie ha replicado, ni siquiera cerca, el peculiar legado de este boxeador.