Detectar los primeros signos de autismo puede cambiar por completo el desarrollo de un niño, pero ¿a qué edad suelen aparecer las señales? Según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y estimaciones del Child Mind Institute, la mayoría de los diagnósticos formales se hacen entre los 5 y 6 años; sin embargo, especialistas advierten que los indicios pueden observarse desde los 6 a 12 meses de edad, aunque con frecuencia pasan inadvertidos.
En México, se calcula que al menos el 1% de la población infantil vive dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo que equivale a casi 400 mil niños, de acuerdo con el Censo 2020 y datos de la UNAM. A pesar de la magnitud, el país aún enfrenta retos para fortalecer la detección temprana y garantizar terapias de apoyo oportunas.
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El autismo es un trastorno del desarrollo que impacta la forma en que una persona se comunica, socializa y percibe el entorno, es importante entender que no es una enfermedad, sino una condición de vida.
Signos tempranos que no deben ignorarse
De acuerdo con el Child Mind Institute, los especialistas identifican dos grandes áreas de señales: dificultades en la comunicación social y conductas restringidas y repetitivas (RRB, por sus siglas en inglés).
Algunos indicios que pueden presentarse incluso antes de cumplir un año incluyen la falta de interés en la comunicación no verbal (como señalar o gesticular), poco contacto visual, o no responder al escuchar su nombre, también se observan movimientos repetitivos como aletear las manos, girar sobre sí mismos o desarrollar intereses muy específicos y poco flexibles.
Otra alerta común es una reacción inusual a ciertos sonidos, luces o texturas, identificar estos patrones a tiempo puede marcar la diferencia entre un desarrollo limitado o uno acompañado de terapias y estrategias adaptadas a cada niño.
Por qué importa un diagnóstico a tiempo
Detectar el autismo desde etapas tempranas es clave para aplicar intervenciones que fortalezcan la comunicación, la interacción social y la adaptación al entorno, la evidencia señala que cuanto antes se trabaje, mayores serán las posibilidades de que los niños desarrollen herramientas para interactuar de forma más funcional.
Para la UNAM y centros como el Child Mind Institute, el reto sigue siendo capacitar a más familias, docentes y cuidadores para reconocer señales y derribar mitos, acompañar desde la empatía y con apoyo profesional es indispensable para que los menores con TEA puedan integrarse plenamente y con calidad de vida.