En un tiempo donde las instituciones penitenciarias sufren por la falta de liderazgo, el recuerdo de Belisario López Téllez ha resurgido con fuerza en la conversación pública, a 20 año de su muerte.
No por escándalos ni promesas vacías, sino por la memoria de un hombre que, sin más armamento que su carácter, gobernó el infierno del Topo Chico con una disciplina que hoy parece imposible.
Belisario: el centinela implacable del Penal de Topo Chico
La viralización de un video en redes sociales, donde un exinterno lo describe como una leyenda viva, detonó una ola de memes, homenajes improvisados y hasta referencias humorísticas que lo colocaron en tendencia nacional.
Pero detrás de la broma, persiste una verdad ineludible: Belisario fue el último guardián que controló ese reclusorio sin rendirse al miedo ni al soborno.
Nacido en el rancho Tanguma, Montemorelos, llegó al penal en 1964 sin más credenciales que su temple. En apenas cuatro años, ya lideraba a los custodios.
A diferencia de muchos, no se escondía tras un escritorio. Caminaba los pabellones, observaba gestos, predecía revueltas. Conocía a cada preso por su forma de andar.
Métodos cuestionados, pero efectivos
Bajo su mando, se prohibieron los tatuajes visibles, los grupos internos y las faltas de respeto, instaurando una especie de código no escrito que todos sabían que era mejor obedecer.
Aunque sus métodos fueron cuestionados por algunas organizaciones, nunca hubo una acusación formal en su contra. Los propios internos lo definían como estricto, pero justo.
Su dominio era tan absoluto, que incluso en su ausencia temporal, los reos sabían que no duraría mucho el desorden. Tras el motín de 1980, resolvió la situación en minutos y con consecuencias fatales, pero definitivas.
Hoy, a dos décadas de su muerte, Belisario vuelve a ser recordado no solo como jefe de custodios, sino como símbolo de autoridad real. El famoso cantante de corridos lo inmortalizó.
Si bien, el penal ya fue demolido en enero del 2020, muchos siguen diciendo que el Topo Chico estaba encerrado en Belisario, no al revés. Y así, el nombre del custodio inmortal vuelve a sonar, entre respeto, memoria y leyenda.