RECUERDO

¿Cómo nos divertíamos antes de los celulares omnipresentes?

A finales del siglo pasado y comienzos del presente, niños y adolescentes teníamos que usar nuestro ingenio para sobrellevar las horas en las sofocantes tardes de las larguísimas vacaciones de verano

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Ahora que estamos en época de vacaciones de verano, podemos hacer un viaje en el tiempo, al menos en nuestra cabeza, y comparar este tiempo con el ayer, cuando el mundo era otro, ese tiempo en que la gente no traía un dispositivo pegado en la palma de la mano, sin ver lo que sucede alrededor o frente a su nariz.

Hoy día es fácil matar el tiempo por medio de las redes sociales y tantas aplicaciones con las que cuentan los celulares, que han facilitado la vida de una forma impresionante, para empezar por el hecho de que podemos comunicarnos sin movernos de sitio, pues antes, quienes no contaban con teléfono de casa, que comenzó su declive a inicios de este milenio, tenían que caminar incluso varias cuadras para hacer una simple llamada.

En cuanto a como nos divertíamos quienes nacimos a finales del siglo XX, sin contar los juegos en grupo, tema que ya se trató en una nota anterior, podemos recordar varias opciones en esas tardes calurosas de julio y agosto, cuando aún faltaban varias semanas para regresar a clases, en unas vacaciones que duraban casi tres meses.

Leyendo revistas o el periódico

Es muy raro que una casa no haya revistas de modas, espectáculos o temas variados, así como el periódico, publicaciones llevadas al hogar ya sea por los padres de familia o por los hermanos o hermanas mayores, quienes al comenzar a trabajar o, en su defecto con un poco de ahorros de lo que se les daba para gastar en la escuela, compraban sus revistas favoritas, las cuales pasaban por varias manos antes de que llegara el siguiente número y fuera relegado al olvido o terminara en el baño como una especie de forma de pasar el tiempo mientras se hacía una necesidad mayor.

Oyendo radio

La radio o “el radio”, como se le suele decir, era una compañía inseparable cuando te tocaba quedarte solo en casa o haciendo una de las tareas encomendadas por los padres, como barrer, trapear o lavar los trastes.

Todos teníamos nuestra estación favorita y, si querías grabar tus canciones predilectas, el estéreo era tu mejor aliado, por lo que debías tener un casete virgen listo y correr a presionar los botones de “rec” y “play” al mismo tiempo, lo cual era un logro que daba satisfacción, pues debías estar “cazando” el inicio de la canción para que la misma quedara capturada casi en su totalidad y, ahora sí, poder escucharlas las veces que quisieras y a cualquier hora.

Andando en bicicleta

De niños o adolescentes, tener una bicicleta era como para un adulto tener un carro. Esa amiga de dos ruedas te permitía llegar más pronto a los mandados y, en muchas ocasiones, simplemente salir a dar la vuelta y explorar el barrio o colonias vecinas.

Los más aventurados zurcaban por kilómetros la selva de asfalto y comenzaban el regreso a casa calculando las reservas de energía del cuerpo, pues la mayoría de las veces nos salíamos sin un peso de nuestros hogares y sólo tomábamos agua de la llave en parques o plazas públicas; si era mucha la sed y nulas las áreas verdes cercanas, optábamos por pedir un vaso de agua a un ama de casa que veíamos en la banqueta o en el patio.

Dando vuelta en el camión

Cuando las ciudades no eran tan inseguras como en la actualidad, te podías dar el lujo de tomar un camión hacia el centro de la ciudad y, allí, aventurarte a subirte a otro de una colonia desconocida, sólo para conocer ese rumbo.

Muchas veces los choferes, extrañados de que no te bajaras al llegar a la central o parada obligatoria ubicada en la colonia, las cuales al menos en Nuevo Laredo ya no existen o quedan muy pocas, te preguntaban si no te ibas a bajar y tu respuesta era algo así como “no, voy de regreso al centro”, ante lo que te contestaban que iban a checar tarjeta y salían de vuelta en unos minutos, después de tomarse una soda o refresco o incluso comer algo rápido.

Otras veces sí tenías que bajar del transporte público porque lo iban a lavar por dentro o barrer, o simplemente porque el conductor ya había terminado su turno, por lo que te tocaba “transbordar” a otra unidad de la misma ruta.

Las anteriores son sólo algunas de las formas en que pasábamos el tiempo antes de los celulares, varias de las cuales seguramente eran practicadas por los lectores y otras que no mencionamos en esta oportunidad, pero que nos pueden comentar en nuestra publicación en redes sociales.

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